Son las 10 de la noche, cierra los portones, enllava las cerraduras respectivas y donde no hay coloca grandes candados. Se cerciora y revisa de nuevo todas las puertas y ventanas, apaga todas las luces, se santigua y pide protección divina y como responsable de la protección de la propiedad y sus habitantes, el o la encargada se va a dormir, no muy tranquila, pero confiada en la seguridad que las rejas, cerraduras y candados le dan a su hogar.
Es la rutina diaria por la noche en la mayoría de los hogares nicaragüenses. Las familias se encierran en sus casas, para evitar que los delincuentes, que andan libres, como amos y señores de las calles, se metan, no solo a robar lo poco que con mucho esfuerzo se ha logrado adquirir, sino a quitarle la vida a los seres queridos.
Y es que efectivamente nuestras viviendas se han convertido en casas prisiones, con elaborados adornos en cada una de las verjas (denominadas rejas ornamentales), que ya no sirven solamente para delimitar espacios y adornar fachadas, sino para protegernos de la delincuencia que vigila nuestro sueño.
Igual sucede con las pulperías y farmacias en casi todos los barrios, principalmente de Managua, nos atienden por una rejilla, donde solamente alcanzan las manos y el producto a comprar, en casi ninguna podemos ya observar los productos ofertados, porque no se pueden ver.
Y que decir de los propietarios de nuevas viviendas. Qué es lo primero que hacen? Pues contratar al hombre que fabrica las verjas, porque necesitan asegurar su hogar.
Pero el asunto es que, asegurándonos hacia adentro, descuidamos otro flanco muy importante, que es la salida de nuestras familias ante una emergencia, o sea la prevención ante los desastres. No es la primera vez, ni será la última que tanta seguridad ha significado fallecimiento para familias enteras o gran parte de ellas, cuando sucede un incendio y no hay por donde salir, en casos particulares o peor aún a nivel colectivo y es que suceda un gran temblor o terremoto; en que momento lograríamos salir de nuestra casa cárcel de seguridad.
Otro riesgo que corremos, es que si por alguna razón se nos queda un resquicio sin proteger y el delincuente se lograr colar, entonces igualmente nos quedamos atrapados, porque en el momento del nerviosismo, nadie se acuerda donde están las llaves, como abrir la cerradura, o incluso para que lado abre la puerta.
Ya no digamos cuando un miembro de la familia o la familia entera anda fuera y tiene que regresar a su hogar, y al tratar de abrir portones y cerraduras, los delincuentes que están acechando afuera, atacan y logran realizar su fechoría.
Con el incremento de la inseguridad, las medidas de protección en nuestros hogares se están incrementando, ya no solo son verjas, ahora se utilizan mallas metálicas, serpentinas metálicas con cuchillas, cercas eléctricas y si tiene algunos recursos económicos hasta cámaras de seguridad.
Foto tomada de internet |
Pero entonces que podemos hacer, como sociedad civil, que pueden hacer nuestras autoridades, llámese Policía Nacional, Sinapred, CPC, para mejorar nuestra seguridad y que no seamos las y los ciudadanos los que nos tenemos que poner un enorme escudo protector en nuestras casas, que se puede volver en nuestra contra y que luego de una catástrofe, no haya nadie que diga esta boca es mía.
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