domingo, 17 de junio de 2012

HOGARES SEGUROS?




Son las 10 de la noche, cierra los  portones,  enllava las cerraduras respectivas y donde no hay coloca grandes candados.  Se cerciora y revisa de nuevo todas las puertas y ventanas, apaga  todas las luces, se santigua y pide protección divina y como responsable de la protección de la propiedad y sus habitantes, el o  la encargada  se va a dormir, no muy tranquila, pero confiada en la seguridad que las rejas, cerraduras y candados le dan a su hogar.

Es la rutina diaria por la noche en la mayoría de los hogares nicaragüenses.  Las familias se encierran en sus casas, para evitar que los delincuentes, que andan libres, como amos y señores de las calles, se metan, no solo a robar lo poco que con mucho esfuerzo se ha logrado adquirir, sino a quitarle la vida a los seres queridos.

Y es que efectivamente nuestras  viviendas se han convertido en casas prisiones, con elaborados adornos en cada una de las verjas (denominadas  rejas ornamentales), que ya no sirven solamente para delimitar espacios y adornar fachadas, sino para  protegernos de la delincuencia que vigila nuestro sueño.

Igual sucede con las pulperías y farmacias en casi  todos los barrios, principalmente de Managua, nos atienden por una rejilla, donde solamente alcanzan las manos y el producto a comprar, en casi ninguna podemos ya observar los productos ofertados, porque no se pueden ver.

Y que decir de los propietarios de nuevas viviendas.  Qué es lo primero que hacen?  Pues contratar al hombre que fabrica las verjas, porque necesitan asegurar su hogar.

Pero el asunto es que,  asegurándonos  hacia adentro, descuidamos otro flanco muy importante, que es la salida de nuestras familias ante una emergencia, o sea  la prevención ante  los desastres.  No es la primera vez, ni será la última que tanta seguridad ha significado fallecimiento para familias enteras o gran parte de ellas, cuando sucede  un incendio y no hay por donde salir, en casos particulares  o peor aún a nivel colectivo y es que suceda  un gran temblor o terremoto; en que momento lograríamos  salir de nuestra casa cárcel de seguridad.

Otro riesgo que corremos, es que si por alguna razón se nos queda un resquicio sin proteger  y el delincuente se lograr colar, entonces igualmente nos quedamos atrapados, porque en el momento del nerviosismo, nadie se acuerda donde están las llaves, como abrir la cerradura, o incluso para que lado abre la puerta.

Ya no digamos cuando un miembro de la familia o la familia entera anda fuera y tiene que regresar a su hogar, y al tratar de abrir portones y cerraduras, los delincuentes que están acechando afuera, atacan y logran realizar su fechoría.

Con el incremento de la inseguridad, las medidas de protección en nuestros hogares se están incrementando, ya no solo son verjas, ahora se utilizan  mallas metálicas,  serpentinas metálicas con cuchillas, cercas eléctricas y si tiene algunos recursos económicos hasta cámaras de seguridad.
Foto tomada de internet



Pero entonces que podemos hacer, como sociedad civil, que pueden hacer nuestras autoridades, llámese Policía Nacional, Sinapred, CPC, para mejorar nuestra seguridad y que no seamos las y los ciudadanos los que nos tenemos que poner un enorme escudo protector en nuestras casas, que se puede volver en nuestra contra y que luego de una catástrofe, no haya   nadie que diga esta boca es mía.

Es hora de pensar que la seguridad ciudadana, no solamente es la protección de la gente en la calle, por accidentes, atracos, por múltiples razones, sino también dentro de nuestras propias casas, que en la búsqueda de seguridad, se pueden convertir en trampas mortales.


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martes, 5 de junio de 2012

Buses nuevos, viejas costumbres y falta de educación.







Leí con mucha atención un artículo publicado en el Diario La Prensa, del 3 de junio de 2012, En los zapatos del busero,  sobre los nuevos buses (rusos y mexicanos)  del transporte urbano colectivo de Managua y la actitud de los conductores de los mismos, me quedó la duda de que si bien es cierto mucha responsabilidad tienen los choferes, pero tambien las y los pasajeros tenemos otro tanto de la cuota.

Se viaja cómodo cuando el bus va vacío, claro no es hora pico, pero los usuarios tenemos la costumbre y me incluyo, de querer siempre viajar en la puerta delantera para salir por ahí, esto es debido precisamente al temor de que el busero arranque y nos bote, causando desde muerte hasta dolorosos  raspones.

Pero en la hora pico, no hay diferencia, mantenemos la misma mala costumbre de quedarnos en la puerta de entrada  y  no "avanzamos para atrás" (frase celebre de por sí, que solo los nicaragüenses entendemos), creando verdaderos cuellos de botella, que el conductor intenta romper con sus clásicas palabrotas,  arrancones y frenazos, junto con las de los pasajeros que también les urge subir, al fin  de tanto escuchar al busero, a los pasajeros y los empujones, el cuello se rompe,  al fin suben nuevos usuarios y de nuevo el cuello de botella.

Y entonces todos nos queremos acomodar lo mejor posible, sin importar que el otro vaya incomodo,  nos damos de codazos, de nalgadas y por último de palabrotas, todo esto unido a que precisamente esa lucha constante propicia que los amigos de lo ajeno aprovechen el momento y se apoderen de lo poco que llevamos, así que encima de todo esos, a cuidarnos unos de otros.




Por otra parte, algunos de los buses nuevos marca Dina,  traen implícita la inclusividad y la solidaridad, yo no lo sabía, sino hasta que escuche unas declaraciones de la Procuradora Especial para los Discapacitados,  que los primeros cinco "asientos" ( sillas), son de color amarillo, porque están destinados a personas discapacitadas, de la tercera edad, embarazadas y " chineando"; esto se lee en sendas pegatinas en las ventanas cercanas a los mismos, pero !uppps,  que raro!,  nadie lo lee, nadie lo entiende.

Es ofensivo  encontrar verdaderos atletas tanto hombres como mujeres, muy bien sentados y haciéndose de la vista gorda ante usuarios como los señalados en las pegatinas y ahí van mirando para cualquier lado, menos al de si mismos, donde va una viejita con un saco o una mujer con un muchachote cargado o un pobre anciano que hace malabares para mantenerse en pie.

Con lo anterior comentado, creo que  Irtramma debería realizar  una campaña de comunicación para sensibilizar no solo a los conductores, sino también a los usuarios del transporte colectivo, para que pongamos todos un poquito de nuestra parte y que los mortales que no podemos viajar en vehículo privado, podamos  tener un viaje menos incómodo en las horas pico.